Una de las más tristes consecuencias de la masificación turística es el deterioro de enclaves y monumentos de incalculable valor ecológico o histórico. La última víctima de este tipo de comportamientos vandálicos ha sido el Templo de Apolos, en la isla de Naxos (Grecia), con cerca de 2.500 años de antigüedad. Los vestigios de este templo, también conocido como Portára, por la gran puerta del templo que se yergue majestuosa sobre el conjunto de ruinas, serán vallados, para que los visitantes no se puedan aproximar a ellos después de un penoso incidente.
Según informa Greekreporter, hace una semana se hizo viral la alarmante imagen de un turista levantando triunfalmente una de los mármoles del templo, algo que alarmó a las autoridades y a la población griegas, bien conscientes del valor de su patrimonio histórico. Como consecuencia, se ha decidido vallar el templo. Los que quieran hacerse el gracioso levantando peso ya pueden apuntarse a un gimnasio y dejar tranquilos a los monumentos.
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