Miguel Bosé, el amante bandido que daba bambú, vestía faldas y se contorsionaba cantándole en mallas a Don Diablo, ya no existe. El cantante disruptivo y provocador que sacudió España en los 70, 80 y 90 del siglo pasado y los primeros años de este, ha terminado siendo un rutinario papito, en el sentido familiar del término, entre paellas domingueras y campus de fútbol para sus hijos. Los chicos no lloran, pero viendo según qué cosas a veces dan ganas.
El cantante, inmerso en una polémica gira en la que no se sabe si canta realmente o hace como si cantara, pasa estos días en Mallorca, en una escapada familiar marcada por la discreción, el descanso y la buena gastronomía, informa Diario de Mallorca.
Acompañado de sus cuatro hijos, el artista se encuentra desde hace días en Manacor, donde ha sido visto en distintos planes en familia y en actitud relajada y cercana. Un día el maestro arrocero Edu Torres preparó una elaborada paella para el cantante, sus hijos y un grupo de amigos. Esto es lo que hay. No da para más.
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