Es ya todo un clásico. El avión se posa suave como una pluma en la pista de aterrizaje e, instintivamente, emerge de los pasajeros un aplauso dirigido al piloto, reconociendo la delicadeza y la pericia de la maniobra. Como si fuera un tenor que borda un aria o un instrumentista que completa un solo de vértigo. El piloto acaba de firmar su obra de arte, pero apenas distingue aplauso alguno desde su cabina.
Según recoge Infobae, Ramón Vallès, piloto de Iberia, ha ofrecido recientemente la explicación a esta situación en el podcast Mami qué dices. En él ha señalado que los pasajeros suelen aplaudir cuando el aterrizaje es suave y tranquilo, pero que ese sonido apenas llega a sus oídos durante la maniobra.
¿La razón? La concentración y los auriculares para las comunicaciones impiden a los pilotos percibir los sonidos externos a la cabina. "La gente tiene el hábito de aplaudir. Yo me entero porque los auxiliares de vuelo me lo comentan, pero para nosotros es una fase de vuelo en la cual estás muy concentrado”, finalizó Vallès.
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